
La humanidad, hasta hace poco tiempo, no se había dado cuenta de los cambios que estaba generando en la naturaleza y que cada una de sus acciones, por mínima que pareciera a nivel personal, iba a tener repercusiones a largo plazo.
Centroamérica está siendo afectada y su vulnerabilidad se puede observar en las alteraciones del clima, la reducción de la productividad, y las catástrofes naturales de los últimos años demuestran que la región no está preparada aún para enfrentar este fenómeno.
Según un estudio de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), Centroamérica es una de las regiones más vulnerables, debido a la ubicación geográfica y la situación social y económica.
“El 54% de la población que vive en pobreza tiene una probabilidad más alta de sufrir los efectos adversos del cambio climático. Parte de esta vulnerabilidad se debe a la ubicación de las poblaciones en áreas de paso de huracanes, tierras inestables, o en asentamientos en tierras inundables”, dice el estudio.
Agrega que, «la vulnerabilidad en la región ante eventos climáticos se ve exacerbada por la interacción entre la presión demográfica, falta de planeamiento del crecimiento urbano, pobreza y migración rural, limitada inversión en infraestructura y servicios, sobre-explotación de los recursos naturales, contaminación y problemas de coordinación intersectorial».
Esta visión de vulnerabilidad por la pobreza fue respaldada por un reciente estudio de la Unión Europea y expertos de la región el cual reflejó que la población de escasos recursos económicos es quien sufre las consecuencias de los desastres naturales.
Los especialistas criticaron la tolerancia de las autoridades en la distribución poblacional por permitir construcciones en zonas de alto riesgo y por aprobar con estos proyectos habitacionales y comerciales la deforestación. Y en El Salvador los ambientalistas critican además la ausencia de una Ley que regule a las empresas y las comprometa a trabajar de manera sustentable con el medio ambiente. El estudio cuestiona, además, que a pesar de las experiencias vividas de desastres naturales y la magnitud de estos, el tema no ha sido retomado en los planes de desarrollo económico y social de los países del Istmo.
Cifras que afectan directamente a Centro América, a pesar de que no es uno de los mayores emisores de gases invernaderos, pero que su población y sus tierras son los primeros afectados en el tema de cambio climático.

Adaptación para sobrevivir
La adaptación es un punto de vista propuesto a este problema moderno, sin embargo, instituciones como el Consejo Indígena de Centroamérica (CICA) no lo aceptan al decir que las alteraciones climáticas no han sido generadas por Centroamérica, sino por los países industrializados, y que son éstos los que deben trabajar y aportar económicamente para resarcir los daños ocasionados a la región. Roberto Chávez, asesor jurídico del CICA, dice que los problemas que vive la región tienen que ver con el modelo de desarrollo de los Estados modernos y los indígenas están sufriendo, como toda la población, los resultados de estos avances.
Según Chávez, los indígenas tienen sus propios modelos de desarrollo basado en el «buen vivir. «Este modelo tiene que ver con una forma de desarrollo integral y refleja una manera de ver las cosas, lo que nosotros llamamos cosmovisión. La cosmovisión indígena se basa en una relación armónica entre el individuo y los recursos naturales», aseguró.
La preocupación de los indígenas, según Chávez, es que las propuestas para la adaptación y mitigación del cambio climático afecten el ejercicio de sus derechos y atenten contra su existencia.
Es por ello que este sector pide también ser incluido en los foros sobre el tema para asegurarse de que las estrategias ante este fenómeno respondan a las necesidades, realidades y prioridades de los pueblos indígenas y a la vez que se incluyan sus propuestas dirigidas a la mitigación y adaptación al cambio climático.
Aunque el planeta ya haya sufrido daños, hay mucho que se puede hacer. Por ejemplo la Federación Centroamericana de Transportes (FECATRANS) está organizándose para en los próximos años renovar el transporte de carga y público y tener equipos que emitan menos cantidades de gases.
Nelson Vanegas, presidente de FECATRANS, dijo, en un taller sobre este tema en El Salvador, que se está trabajando en una propuesta que, además de la reducción de costos de operación y mejoras en el servicio, pretende renovar las flotas para reducir las emisiones de gases.
»Necesitamos identificar cual es el nivel de nuestras emisiones de carbono, para poder establecer metas de reducción y poder acceder a fondos para mitigación, que nos permitan entre otras cosas renovar la flota» agregó.
Entre los compromisos con respecto a la mitigación, el hacer inventarios nacionales de gases y reducción de éstos. En cuanto a la adaptación aclara que no toda la población nacional será capaz de adaptarse porque el ritmo del cambio climático es acelerado, e invitó a trabajar prontamente para reducir los impactos.
Otro compromiso es la creación de capacidades en la tecnología ya que aclaró que en el país no hay centros de investigación especializados en las universidades y no existen los suficientes fondos ni personas capacitadas para trabajar en la adaptación y mitigación.
El Organismo mundial UICN propone varias medidas de adaptación, entre las que se puede mencionar: cambios en el manejo de cultivos, sistemas de captura de agua de lluvia, racionamiento y reciclaje de agua, mejora de la red de distribución y drenaje, educación y difusión, entre otros.
Integración por el Cambio Clímatico
El Salvador está haciendo lo suyo en este tema, sin embargo, para obtener mejores resultados se debe trabajar como región. Tal como se han priorizado los temas económicos en bloque regional, el cambio climático es cuestión de sobrevivencia y debe discutirse para encontrarse soluciones en conjunto.
La adaptación se hace un recurso necesario al reconocer que el cambio climático no sólo afecta el ambiente, sino también el crecimiento económico, puesto que los desastres naturales han causado la muerte de muchas personas en las últimas décadas, y el retraso del desarrollo. Es una región de más de 40 millones de habitantes en al menos 533,000 km2. La sociedad civil centroamericana recomienda por lo tanto trabajar en conjunto con los gobiernos para compartir experiencias y no hacer dobles esfuerzos en un mismo tema y enfocarse en los problemas que más afectan a la región.
Y la sociedad debe asumir los retos, involucrarse en la búsqueda de soluciones y mitigación y en este aspecto debe sumarse tanto la comunidad en general como los sectores empresariales. La próxima cumbre climática del 7 al 18 de diciembre en Copenhague, Dinamarca, ha dado relevancia nuevamente a las agendas mundiales este tema ya que se buscará un nuevo acuerdo internacional de lucha contra el calentamiento global, dicho tratado deberá sustituir al Protocolo de Kyoto, que expira a finales de 2012.
Hasta el momento, los países industrializados no han logrado establecer sus niveles de compromiso previo a la Cumbre, pero, regiones como Centroamérica han realizado reuniones preparatorias sobre el tema y saben que deberán llevar entre sus manos esa hoja de papel estrujado, mostrársela a las naciones más ricas del mundo para que observen la realidad del planeta.
Además, alcanzar así compromisos reales para que acepten reducir sus emisiones y que financien los procesos de adaptación y mitigación a los que irremediablemente el Istmo tendrá que someterse a pesar de no ser el culpable directo de la gravedad climática.