
La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha señalado que los precios mundiales del arroz, el trigo, el azúcar, la cebada y la carne seguirán altos o registrarán aumentos significativos.
Pero esto solo representa una agravación de una tendencia que ha venido desarrollándose desde 2008 y sobre todo 2010. Así, los precios de los cereales, las semillas, los lácteos, las carnes y el azúcar han venido subiendo durante seis meses seguidos.
Esta elevación de los precios ha afectado a varios países en desarrollo. En la India y otros países de Asia oriental y sudoriental ya están sufriendo las consecuencias de una inflación de dos dígitos (18 por ciento en India), impulsada por el aumento de los precios de los alimentos y de la energía. En septiembre del año pasado, las protestas populares en Mozambique por los altos precios del pan se cobraron la vida de unas 13 personas. También hubo protestas en China y a inicios de este año tuvimos noticias de fuertes revueltas en Argelia y Túnez que fueron reprimidas en el último caso, causando la muerte de más de 20 personas (50, según fuentes de la oposición).
China está buscando en el extranjero cantidades masivas de trigo y maíz. Rusia está importando grano para su cabaña ganadera. México está comprando maíz para poder seguir comiendo tortillas.
¿ Cuál es la causa ?
No se puede usar la palabra escasez si se considera que más de un tercio de los cereales producidos en el mundo son usados como alimento para animales, y que una parte cada vez mayor es utilizada para hacer agrocombustibles.
De hecho, en el mundo se produjeron 2.232 millones de toneladas de cereales en 2008, una cifra sin precedentes; y aunque haya disminuido algo desde entonces, la producción sigue siendo formidable.
La causa de la carestía de los precios de bienes básicos ha sido el clima, pero ahora se han combinado causas tanto en el lado de la oferta como en el lado de la demanda.
Del lado de la demanda, podriamos señalar al crecimiento demográfico y el uso del grano como combustible para automóviles. En cuanto a la oferta, la erosión del suelo, el agotamiento de los acuíferos, la pérdida de tierra de cultivo en beneficio de usos no agrícolas, el desvío del agua hacia las ciudades, el estancamiento de la producción agrícola en los países avanzados y — debido al cambio climático — la pérdida de cosechas por las altas temperaturas.
Todo esto hace que hayamos pasado de consumir una media de 21 millones de toneladas de grano al año en el periodo 1990-2005, a devorar 41 millones de toneladas al año entre 2005 y 2010. La extensión del hambre y la carestía de los precios de los alimentos básicos son consecuencias inevitables de todo lo anterior.
Pues aunque no existe escasez a nivel mundial, sí existe en niveles locales, en países y regiones en desarrollo, donde carecen de agua, de tierra cultivable y otros recursos vitales.
El hambre y la pobreza solo tienen una solución: una mayor cooperación internacional y una reconversión verde de nuestros modos de vida y producción.